Un saludo especial en este día 8 de marzo a todas las mujeres y a quienes se han sumado acompañando en la lucha por la dignidad de las mujeres, por sus derechos civiles, laborales, sociales y culturales.
Hace más de un siglo, unas mujeres luchando por sus derechos laborales perdieron la vida. Por lo tanto, este día no es una celebración, es una CONMEMORACIÓN de esas mujeres y a otras tantas que en estos años han luchado por una mayor dignidad, igualdad y equiparación de los géneros en cuanto a deberes y derechos, las que han buscado de diferentes maneras evitar la violencia hacia la mujer, ya sea de tipo directa, estructural o cultural, esta última invisible y más difícil de atacar (Galtung, 2003), promoviendo el encuentro de todas (os).
Recordamos este día, gracias a que en el año 1910 en un Congreso Internacional de Mujeres Socialistas, la alemana Clara Zetkin propuso que se estableciera el Día Internacional de la Mujer, teniendo acogida internacional y concretizándose desde el año 1912.
Los años han pasado, el camino ha sido pedregoso, se han dado muchas batallas para superar las desigualdades entre hombres y mujeres. En Chile han existido muchas mujeres que han trabajado por la dignidad humana, por los derechos laborales, por la equidad e igualdad en relación a la formación profesional y su ejercicio, y también por el derecho a la participación política. Hoy hay que recordar a tantas mujeres, unas con más protagonismo y visibilización cuyos nombres están en nuestra historia, y otras tantas que lo han hecho en forma decidida y activa, pero que han sido acalladas o invisibilizadas por la sociedad.
Quiero aprovechar de hacer un homenaje hoy a todas esas mujeres anónimas que siguen luchando. Se agradece a nuestras abuelas, madres, tías, trabajadoras, profesionales o no, que ejercen un oficio y/o desarrollan un arte , trabajadoras sociales, entre otras, que han hecho este camino con avances y retrocesos, e invito a las nuevas generaciones a comprometerse con la generación de espacios de encuentro y luchar por el desarrollo pleno de todas (os); no importando el sexo, género, raza, nacionalidad, o edad. Unámonos en una lucha por una sociedad para todas (os), seamos como dice Otzoy, artesanos (as) de la transformación buscando la armonía en la discordia, siendo capaces de crear la lucidez y la integridad en el caos que nos rodea, trabajando por los sueños de todas (os) sean éstos grandes o pequeños, donde nadie sobra y las mujeres tienen el lugar y reconocimiento que en justicia les corresponde.
Estamos en el siglo XXI, en un mundo que se dice evolucionado y civilizado, con avances, pero donde sigue siendo una tarea y un desafío trabajar por los derechos de todas las mujeres como seres humano en dignidad. Por eso la invitación es a seguir trabajando y ¡¡¡¡Ser artesana (o) de la transformación¡¡¡¡ y conquistar a más personas, especialmente a quienes se encuentran en las estructuras de poder y toman decisiones en este país, a sumarse en este desafío.
Fabiola Hernando Pérez Jefa de Carrera Trabajo Social UCTemuco